BARTIMEO

Mar 10:46-52

Si tuviéramos que elegir una sola palabra para describir al hombre y la mujer de hoy, esa palabra es: ciego. Los hombres y las mujeres de hoy, han estudiado e investigado; han desarrollado mucha tecnología y elaborado teorías. La humanidad está muy concentrada en lo material; progresó, prosperó, ascendió, logró objetivos, pero perdió lo mejor. Está ciego porque anhela por muchas cosas vanas perecederas y temporales y no ve que hay un cielo maravilloso preparado por Dios para aquellos que se vuelven a Él a través de su Hijo Jesucristo. No ve la gloria del Dios Creador mostrada a través de un universo maravilloso. No ve la gloria aún mayor del amor de Dios manifestado en la obra de Cristo en la cruz.

Pero el hombre y la mujer de hoy no sólo se parecen a Bartimeo porque están ciegos, sino también porque son mendigos: mendigo es aquel que necesita y por eso pide; y recorre pidiendo, pero recibe poco. Recibe poco porque pide en un mundo egoísta que solo da migajas. Hoy los hombres y mujeres mendigan en el mismo mundo egoísta. Un poco de dinero, o de popularidad. Un poco de placer o un poco de poder. Pero ni el dinero, ni el placer, ni el poder, ni la popularidad, ni 24 horas de TV o del deporte favorito, pueden llenar el vacío que hay en los corazones.

Hay en el alma del hombre un clamor!. Dice nuestro pasaje bíblico, que Bartimeo también clamaba. Los hombres gimen bajo el peso de una vida vacía. Y como dice la Biblia (en Job 35:9-10) ninguno dice: "¿Dónde está Dios mi hacedor que da un cántico en la noche, y nos enseña más que a las bestias?" Nos dice también el pasaje, que Bartimeo oyó de Cristo. Allí, empezó la solución de su problema. Es verdad que con solo oír, no basta; pero sin oír primero de Cristo, no hay solución ni salvación. El evangelio, es un mensaje claro, concreto y sencillo el cual hay que oír y creer. También tenemos que entender quién es Jesús. Bartimeo sabía que Jesús era aquel hijo de David, anunciado por los profetas y los salmos, el Mesías esperado.
 
Nunca más que hoy, se negó la deidad de Jesús. Le niegan los ateos, los modernistas, los humanistas, etc. Pero la Biblia dice (en Juan 1:1), que "en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios" y más adelante declara: "y aquel verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." ¡¡Jesucristo, es Dios!!

Dice también, nuestro texto bíblico, que había una multitud, que quería hacerlo callar, pero él clamaba más fuerte, "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí ". Hoy también hay una "multitud" de circunstancias y también de personas que obstaculizarán a aquel que quiere ir a Cristo. Si tu quieres ir a él, los escépticos tratarán de disuadirte; los religiosos te criticarán, y el mundo y Satanás te tentarán para desviar tu atención. Pero tu clama más fuerte, Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!!. ¿No es verdad que necesitas su misericordia?. ¿No es verdad que tus pecados te separan de Dios? ¿Que credencial presentarás en aquel día, para poder entrar al cielo?.

Siguiendo con nuestro texto, vemos que Jesús mandó a llamarle: y lo hizo a través de hombres comunes. Alguien que creía ya en Jesús pero cuyo nombre no sabemos. Quizá haya alguno que espera que Dios envíe un ángel para que le hable; pero él te llamará a través de hombres creyentes que el Señor envía. Quizá el ejemplo de algún cristiano fiel; quizá una predicación oída o leída; quizá la actitud de alguien que te ama. Quizá al leer la Biblia el Espíritu de Dios te haga oír su llamado en lo íntimo de tu corazón. Dice que aquel hombre enviado a llamarle, le dijo: "ten confianza, te llama"; Dios bendiga a ese hombre o mujer, que en esa hora tan crucial para ese ciego, le dio esa palabra de aliento. Dios bendiga a los cristianos hoy, que son capaces de decirle a aquellos que necesitan a Cristo, " ten confianza, El te llama".

Ahora miremos a la capa de este ciego... ; en esa capa, estaría su poca comida; allí estarían sus monedas; ese era su abrigo en las duras horas de invierno. ¡ Cuántas veces! En la amargura de su situación, en los días más tristes, cuando su necesidad se hacía mas fuerte, Bartimeo, el ciego se habrá abrazado a su capa, y habrá exclamado:¡Capa mía, eres lo único que tengo en esta vida!. Pero ahora, esa su capa le molestaba; era un obstáculo para llegar hasta Jesucristo y dice nuestro pasaje, que él arrojó su capa.

¿Cuál es tu capa? ¿Qué es aquello a lo que quizá te aferraste mucho tiempo, pero que ahora te es obstáculo para ir a Jesús? . ¿Tus amigos quizá? Algún vicio? Algún prejuicio? Algún temor? Temor al que dirán, mis amigos, mi familia, mi esposa?

Bartimeo, recobró la vista y por primera vez en su vida, vio. Que cosa tan maravillosa ver la luz ... Pero más maravilloso aún habrá sido para él, ver aquel rostro divino del Señor. Contemplar la majestad de aquél de quien los hombres decían: ¡Nunca hombre alguno, ha hablado como este Hombre!. Ver aquella mirada inolvidable de Jesús.

Nos dice el relato, que Jesús le dijo: vete, tu fe te ha salvado... Y podemos imaginar sin temor a equivocarnos, lo aquel hombre pensó aquel día: -¿Irme Señor? ; adónde podré ir yo, en este mundo, que pueda encontrar algo mejor que tu presencia... Que podré hacer yo Señor, en este mundo, que sea mejor que seguirte? No Señor! No me iré; Señor, te seguiré!; te seguiré y te serviré, Señor, no por obligación, o por esperar una recompensa. Te seguiré, porque acá adentro de mi pecho, Señor, a empezado a latir mi corazón con la fuerza del amor que siento por Ti. Porque estoy agradecido y Señor, te amo.

Que Dios te bendiga y que al haber escuchado este mensaje, puedas como Bartimeo el personaje de la historia, cuando se sintió perdonado y salvado arrojo  su capa y siguió  a Jesús en el camino.
Con créditos al ptr. Julio Cesar Arévalo
 






“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vidas haya fruto, aunque falte el producto del olivo, los labradores no den mantenimiento, ni haya vacas en los corrales; aun así, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de mi salvación”