Un poema dedicado a mi Madre

Madre mía, supiste cobijarme en tu pecho,
fiel reflejo del amor y  la ternura,
con paciencia me diste tus caricias,
forjando en mí el hombre de mañana.

Años y años pasamos juntos,
tardes y meriendas llenas de juegos y acertijos,
fuimos compañeros de batallas y gladiadores de ensueño,
en esta aventura del crecimiento.

Por eso escribo este poema dedicado a mi madre,
constante manantial de amor y dulzura,
te extraño y te amo, madre querida,
más que a nada que haya conocido en la vida.
 






“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vidas haya fruto, aunque falte el producto del olivo, los labradores no den mantenimiento, ni haya vacas en los corrales; aun así, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de mi salvación”