Madre mía, supiste cobijarme en tu pecho,
fiel reflejo del amor y la ternura,
con paciencia me diste tus caricias,
forjando en mí el hombre de mañana.
Años y años pasamos juntos,
tardes y meriendas llenas de juegos y acertijos,
fuimos compañeros de batallas y gladiadores de ensueño,
en esta aventura del crecimiento.
Por eso escribo este poema dedicado a mi madre,
constante manantial de amor y dulzura,
te extraño y te amo, madre querida,
más que a nada que haya conocido en la vida.
fiel reflejo del amor y la ternura,
con paciencia me diste tus caricias,
forjando en mí el hombre de mañana.
Años y años pasamos juntos,
tardes y meriendas llenas de juegos y acertijos,
fuimos compañeros de batallas y gladiadores de ensueño,
en esta aventura del crecimiento.
Por eso escribo este poema dedicado a mi madre,
constante manantial de amor y dulzura,
te extraño y te amo, madre querida,
más que a nada que haya conocido en la vida.